Teodosio Fernández
Universidad Autónoma de
Madrid
Tal vez, inevitablemente, la
relación de Jorge Icaza con la vanguardia exige la consideración detenida del
teatro con el que se inició como escritor, aunque nada preciso pueda decirse de
El intruso, La comedia sin nombre y Por
el viejo, las piezas en
tres actos estrenadas por la Compañía Dramática Nacional que nunca editó y que
probablemente aún se acomodaban los gustos vigentes y resultaban próximas a la
llamada «alta comedia»,1 incluso en lo que ese género podía ofrecer de crítica
de la hipocresía, la corrupción y las perversiones ocultas tras la moral
burguesa. Eso no colmaba las aspiraciones del autor, pronto decidido a ofrecer
otras obras orientadas hacia la renovación de la escena ecuatoriana. La primera
que dio a conocer parece haber sido ¿Cuál
es?, un «retazo de drama» que la
Compañía Nacional «Variedades» estrenó en Quito, el 23 de mayo de 1931. Icaza volvía
sobre esos conflictos familiares que por entonces estimaba propios de la
burguesía y que ahora concretaba en una madre sometida y sumisa, un padre
depravado y violento, y dos hijos que manifiestan y ocultan deformas diversas
el odio que sienten hacia su progenitor, odio que aflora primero en sus
pesadillas y finalmente en la muerte a cuchillo que alguno de ellos o ambos le
dan a impulsos de su alma o de su «subconsciencia». Así, pues, el escenario era
el espacio donde se desarrollaban las tensiones «externas» propias del teatro
realista, pero en él también discurría esa vida secreta que parece aflorar en
los sueños y que Icaza intentaba mostrar a los espectadores mediante
«mutaciones» escénicas capaces de configurar ámbitos oníricos, como «un bosque
que parece borracho por sus árboles y matorrales oblicuos»,4 o como «casas y tejados
[que] pretenden acostarse sobre una mesa de comedor que hay en el centro de la
pequeña escena», ámbitos acordes con actuaciones y diálogos también de
pesadilla.
¿Cuál es? se publicó en 1931 junto a Como ellos quieren..., pieza que ya no llegaría a
estrenarse. Probablemente era difícil encontrar un público dispuesto verse
reflejado otra vez en una obra que volvía sobre las miserias de la clase
acomodada o aristocrática, cargada de prejuicios hacia la condición de los
plebeyos incluso cuando éstos ya estaban arraigados en ella por profundos lazos
familiares. Por otra parte, frente a ¿Cuál
es?, Como ellos quieren... acentuaba la condición de farsa que se esperaba de la
representación, sobre todo en aquellas escenas –manifestaciones de teatro
dentro del teatro– en que intervenían personajes de marcado carácter abstracto
y simbólico, como «El Deseo» o las sombras de «El Tío» o «El Padre». En todo
momento podía advertirse que Icaza no tenía interés en la construcción de
psicologías individuales y verosímiles, y que centraba sus esfuerzos en la
personificación de abstracciones que le permitieran exponer desde el escenario
sus opiniones sobre las consecuencias nefastas de la represión del deseo,
positivo mientras puede desarrollarse con naturalidad, agresivo cuando ha
tenido que desviarse de su desarrollo natural.
Se puede leer el artículo completo en el siguiente enlace:
No hay comentarios:
Publicar un comentario