jueves, 29 de mayo de 2014

JORGE ICAZA EN EL CONTEXTO DE LA VANGUARDIA

Teodosio Fernández
Universidad Autónoma de Madrid
Tal vez, inevitablemente, la relación de Jorge Icaza con la vanguardia exige la consideración detenida del teatro con el que se inició como escritor, aunque nada preciso pueda decirse de El intruso, La comedia sin nombre y Por el viejo, las piezas en tres actos estrenadas por la Compañía Dramática Nacional que nunca editó y que probablemente aún se acomodaban los gustos vigentes y resultaban próximas a la llamada «alta comedia»,1 incluso en lo que ese género podía ofrecer de crítica de la hipocresía, la corrupción y las perversiones ocultas tras la moral burguesa. Eso no colmaba las aspiraciones del autor, pronto decidido a ofrecer otras obras orientadas hacia la renovación de la escena ecuatoriana. La primera que dio a conocer parece haber sido ¿Cuál es?, un «retazo de drama» que la Compañía Nacional «Variedades» estrenó en Quito, el 23 de mayo de 1931. Icaza volvía sobre esos conflictos familiares que por entonces estimaba propios de la burguesía y que ahora concretaba en una madre sometida y sumisa, un padre depravado y violento, y dos hijos que manifiestan y ocultan deformas diversas el odio que sienten hacia su progenitor, odio que aflora primero en sus pesadillas y finalmente en la muerte a cuchillo que alguno de ellos o ambos le dan a impulsos de su alma o de su «subconsciencia». Así, pues, el escenario era el espacio donde se desarrollaban las tensiones «externas» propias del teatro realista, pero en él también discurría esa vida secreta que parece aflorar en los sueños y que Icaza intentaba mostrar a los espectadores mediante «mutaciones» escénicas capaces de configurar ámbitos oníricos, como «un bosque que parece borracho por sus árboles y matorrales oblicuos»,4 o como «casas y tejados [que] pretenden acostarse sobre una mesa de comedor que hay en el centro de la pequeña escena», ámbitos acordes con actuaciones y diálogos también de pesadilla.
¿Cuál es? se publicó en 1931 junto a Como ellos quieren..., pieza que ya no llegaría a estrenarse. Probablemente era difícil encontrar un público dispuesto verse reflejado otra vez en una obra que volvía sobre las miserias de la clase acomodada o aristocrática, cargada de prejuicios hacia la condición de los plebeyos incluso cuando éstos ya estaban arraigados en ella por profundos lazos familiares. Por otra parte, frente a ¿Cuál es?, Como ellos quieren... acentuaba la condición de farsa que se esperaba de la representación, sobre todo en aquellas escenas –manifestaciones de teatro dentro del teatro– en que intervenían personajes de marcado carácter abstracto y simbólico, como «El Deseo» o las sombras de «El Tío» o «El Padre». En todo momento podía advertirse que Icaza no tenía interés en la construcción de psicologías individuales y verosímiles, y que centraba sus esfuerzos en la personificación de abstracciones que le permitieran exponer desde el escenario sus opiniones sobre las consecuencias nefastas de la represión del deseo, positivo mientras puede desarrollarse con naturalidad, agresivo cuando ha tenido que desviarse de su desarrollo natural.
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