El
ámbito social y cultural de un pueblo tiene incidencia en el modo de pensar, de
sentir, de vestirse y desenvolverse de cada uno de sus integrantes. La
delimitación de espacios contrapuestos se convierte en obstáculo a vencer para
lograr el ascenso. La sociedad quiteña de la época se presenta impermeable. El
muro es cada vez más infranqueable, lleno de escollos. Las puertas se cierran
ya que el acceso está vedado para los integrantes del submundo en el que se
mueve Romero y Flores y la galería de personajes que lo acompañan en ese
trajinar cotidiano. Esta suerte de lucha constante hace visible el proceso de
mestizaje marcado en la sociedad quiteña. La relación de Domitila y Miguel,
padres de Luis Alfonso, representa la paradoja de una sociedad contradictoria:
aunque encarnan polos opuestos, se atraen y, a la vez, se ocultan, porque su
relación es transgresora del orden de cosas. Frente a esta realidad, el chulla
es la “metáfora de ese proceso de
mestizaje, combinación no buscada, que a su vez da paso a otros mestizajes, que
el mismo chulla tendrá que enfrentar” (Serrano, 191).
En
El Chulla Romero y Flores, Icaza describe una sociedad mestiza que considera el
tener sangre india en sus venas un pecado original y, por lo mismo, trata de
ocultarlo y erradicarlo de sí, y sustituirlo por una soñada nobleza: “- fuimos
amigos en un tiempo. Muy amigos. Antes de lo… Eso… Eso fue imperdonable. No
tiene nombre –comentó la esposa del candidato… -Bueno no es para tanto…
-murmuró doña Francisca…”. (Icaza, 82).
En
la novela de Icaza veremos que este chulla es un mestizo acosado tanto por las
voces españolas de su padre, como por las indígenas de su madre; que recurre a
astucias para dar grandes apariencias no sólo económicas sino, a veces, de
nobleza. Se avergüenza de su sangre india y se aferra entre otras cosas a su
doble apellido que le otorga una pretendida aristocracia de sangre española.
El Chulla es un caminante con aspiraciones, prófugo de su condición mestiza cuyo
afán de figurar en un grupo social al que no pertenece revela el conflicto de
identidad dividida y enajenada, “se ampara en sus cantinas, se extravía en sus
laberintos, se agobia entre sus montañas y se oculta en sus noches” (Egüez,
338).
La
novela conlleva una tremenda dosis de denuncia al sistema burocrático del país.
Los puestos se consiguen por medio de coimas. La honestidad pierde sentido
frente a la realidad cotidiana. El hecho de ser un empleado público le coloca
en una situación de farsa, pero las cosas se mueven en este ámbito, por ello,
como empleado público, Luis Alfonso Romero y Flores quiere ser honesto en todo
momento, pese a que las voces de su conciencia le incitan a aceptar la dádiva:
“sintió que la sombra de mama Domitila le obligaba a estirar el brazo hacia el
dinero: “Agarra nomás guagua. Corre como longo de hacienda, sin decir gracias
como si fuera robado” (Icaza, 165). El autor de la novela propone un
estereotipo de una condición social marcada por la realidad que le circunda,
haciendo evidente los prejuicios ligados a su origen.
Los
prejuicios de los ciudadanos en todas las escalas sociales, provocan la
angustia, las fobias ante las aspiraciones humanas. Esta afirmación demuestra
Icaza en su personaje protagonista. Luis Alfonso Romero y Flores se siente
humillado públicamente ante las palabras desmedidas de doña Francisca, quien hace alarde del nombre de
Miguel Romero y Flores como “un caballero de la aventura, de la conquista, de
la encomienda, de la nobleza, del orgullo, de la cruz, de la espada (…) fruto
de amor ilegal, mezcla con sangre india” (Icaza, 84-85). Estos epítetos calan
hondo en la conciencia del chulla despertando su deseo de venganza, no de la
mujer sino de la clase que la representa. El Chulla culturalmente es un
mestizo, pero aparenta ser un aristócrata dentro de un mundo de apariencias.
Quiere proyectar sus raíces españolas con el alarde de su apellido sonoro, pero
pesa igualmente la sangre india De su madre. El escritor convierte este hecho étnico
en una metáfora: Majestad y Pobreza. Estas dos realidades viven en contraste y
en constante lucha.
Se puede leer el artículo
completo en el siguiente enlace:
Mestizaje, un tema que hasta nuestros días deja mucho de que hablar, esta transfusión de sangre por llamarlo así, ha sido el escenario de muchas injusticias en nuestras sociedad, ya que la mentalidad del hombre esta llena de prejuicios y el color de piel o la situación económica es el faro que hoy guía nuestro destino, existiendo con ello la explotación del hombre por el propio hombre cuando debería ser lo contrario.
ResponderEliminarSin lugar a duda este es un buen tema que nos invita a reflexionar .
Detrás del racismo siempre hay un egoísmo económico, que primero se camufla con teorías absurdas y muchas veces nefastas y cuando estas fallan, con violencia. En el racismo sólo hay explotación, un fin si medida de poseer o ambicionar bienes materiales sin medida; La discriminación no queda sola a factores étnicos si no también se ve reflejado en una clara diferencia de posición social.
ResponderEliminarDentro de esta obra se puede evidenciar notablemente las desigualdades que se vivían y se viven aun con los mestizos , cholos e indios esa discriminada que se hacia y con ello se los alejaba de la sociedad , son muchos las incógnitas que nos quedan acerca de como se vivía en aquel tiempo donde solo existía la ambición y egoísmo.
ResponderEliminarEste autor nos muestra acerca del gran fenómeno realista que había en ese tiempo y que todavía sigue existiendo hasta ahora, como es el de discriminar a las razas, y el autoritarismo
ResponderEliminarA través de esta obra el autor da a conocer las desigualdades, ya que la discriminación por las clases sociales, color de piel han sido un problema no solo de aquella época si no que actualmente aun se siguen manteniendo es por ello que Jorge Icaza a través de esta obra hace una denuncia social sobre la discriminación
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