martes, 22 de julio de 2014

HUAIRAPAMUSHCAS

Huairapamushcas (1948), significa literalmente “Hijos del viento”; es una novela indigenista serrana del escritor ecuatoriano Jorge Icaza  Coronel. 
Cambio y continuidad son quizás los términos más apropiados para describir el argumento de Huairapamushcas.  La novela se desarrolla entre la estancia La Providencia, el pueblo de Guagraloma y el ayllu de Yutanyara.  Gabriel Quintana, quien a través de su esposa ha heredado la estancia, llega al fundo con ideas pseudo-aristocráticas citadinas.  Todo lo que ve lo asquea.  No expresa ningún interés en los campos, el ganado, los bosques.  El único lazo que tiene con la propiedad es su deseo de extraer toda la ganancia posible, de llevársela consigo en metálico.  El cambio de Gabriel es casi inmediato, se adapta y adopta la manera de pensar y actuar del latifundista.  Este cambio se hace evidente en relación a Juana.  Cuando Gabriel llega a la hacienda, la longa intenta sacarle los zapatos, tal como el patrón anterior le exigía siempre.  Gabriel siente asco de la muchacha, y no lo permite.  Poco después, ya establecido en “patrón grande su mercé,” viola reiteradamente a la muchacha.  Este es solamente el inicio de una serie de atropellos y abusos que se ven consumados ya sea personalmente, a través del capataz, o del teniente político o el sacerdote.
El capataz de La Providencia, conocedor del desinterés del patrón por los asuntos de la hacienda, aprovecha, robando reses, quedándose parte de transacciones, timando a los indios, endilgándoles culpas por reses “robadas por cuatreros,” etc.  Hace también las veces de “celestino,” diligenciando los tratos de Salomé Cumba, una chola del pueblo, hermana de su novia, con el patrón.  El conjunto logra que Gabriel, en “pago” de servicios y silencios, les otorgue tierras, dinero y facilite la adquisición de una pulpería-prostíbulo.  Sin embargo, no todo sale bien para Isidro, en tanto uno de sus cómplices, cargado por su conciencia, confiesa los “tratos” de Isidro al patrón.  Este despide a Isidro, tras haberse cobrado los desfalcos del capataz.  El Gabriel que llega de la ciudad es uno muy distinto del que despide a Isidro, sin embargo, se hermana con los demás latifundistas, tanto en palabra como en obra.
El título de la novela, Huairapamushcas, se refiere a los hijos bastardos de Juana, productos de las reiteradas violaciones de Gabriel y que le son endilgados a Pablo Tixi. Son “hijos del viento,” del “diablo blanco.”  La índole —usando el concepto desarrollado en Índole, de Matto de Turner de Pascual y Jacinto, se hace evidente desde antes de su nacimiento: “hablan” antes de nacer, desde el vientre de la longa; en reiteradas ocasiones se expresan  sobre la longa y el comunero.  Tienen sangre de “patrones,” y reclaman sumisión por parte de sus “padres.”  El ejemplo más sobresaliente al respecto está dado con respecto a Pablo: cuando éste intenta cruzar el río crecido, a fin de ir al pueblo a solicitar ayuda para el ayllu, los mellizos, sueltan la soga que sujeta a Pablo, a quien se lo lleva la corriente.  Nada les importa, ni se sienten culpables de la muerte del hombre.  No es igual a ellos.

Indudablemente, uno de los momentos más significativos de la novela está dado por el “castigo” del ayllu a la Virgen Milagrosa.  Puesto que la Virgen no protege a los comuneros, ni les ayuda con su desgracia, ni escucha las súplicas desesperadas con respecto a la creciente y la inundación de las tierras, los labriegos arrojan a la Virgen, de cabeza al pantano.  Su “rebeldía,” dura poco, en tanto que inmediatamente, con culpa, la rescatan.

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