
De esta forma se generan
relaciones familiares y comunitarias que tienen al mestizaje como protagonista.
Son ellos quienes se distribuyen en la geografía de lo que, ahora, es el
Distrito Metropolitano. Pero se trata de un proceso que se fue configurando
desde inicios de 1960.
Esta cotidianidad, con
realidades y personajes que son fruto de esta transición social, la registra el
escritor Jorge Icaza (Quito, 1906-1978) en su novela 'El chulla Romero y
Flores', publicada en 1958, obra literaria cuyo eje
central analiza las contradicciones propias del mestizaje.
Una obra que da cuenta
de dos épocas marcadas de Quito, aquella que cierra los años conventuales que
giran en torno a lo que es en la actualidad el Centro Histórico y aquella de
una ciudad en expansión que incorpora por el norte el sector de La Mariscal y,
por el sur, barrios como la Villa Flora.
Es que Luis Alfonso
Romero y Flores es mestizo, realidad generada por su madre indígena y su
difunto padre y patrono de su progenitora. Esta realidad le genera vergüenza,
lo que aplaca hallando asidero en esa media raíz española plasmada es su doble
apellido.
‘Chulla’ por las
apariencias propias que se fueron generando al ser parte de la clase media que
va buscando identidad en una ciudad que empieza a crecer, que se expande y que
desemboca en relaciones sociales más complejas. La apariencia es la principal
arma para que Luis Alfonso viva y sobreviva. Añadiendo su opción por la vida bohemia.
Lo que plantea Silvia
Madero al analizar la novela: “Jorge Icaza coloca a su personaje principal
solo, como un mestizo de clase media que siente pertenecer a la sociedad, pues
no es indígena ni tampoco es blanco. Es señalado por su mezcla hiriente... El
chulla Romero y Flores lidia con su dualidad desde que se erige a la vida, es
la sombra que lo acompaña”.
Con críticas sociales y
literarias, la obra de Icaza cuenta una historia que no hace más que registrar
parte de la identidad quiteña. Pero a la vez esta
novela era el registro de, como lo llama Fernando Carrión, uno de los símbolos
identitarios de Quito, que en la actualidad ya no se encuentran. En estos
momentos no hay un símbolo ni un personaje que logre identificar al quiteño
como lo hacían antes el chulla Romero y Flores o la Torera, personajes que
décadas atrás estaban vinculados a la clase media y al aparato estatal. Así lo
señala en su artículo ‘Los Quitos del siglo XXI’, escrito en el 2003.
la obra El Chulla Romero y Flores, toca temas muy importantes pero el enfoque del mestizaje mas allá de una faceta racial es algo que todos deberiamos tomar en cuenta y por ello el que hayas tomado como estudio un tema como este es muy bueno da no solo referentes respecto a la conformacion de identidad sino que permite a la vez tomar en cuenta que somos y de donde venimos.
ResponderEliminarLas críticas hacen de Luis Alfonso Romero y Flores, un hombre solitario que vive de apariencias, así tenga puesto sobre sus hombros una fina y elegante vestimenta, no lo hace sentirse bien consigo mismo, sus complejos de inferiordad va más alla de su físico se adentra más a lo racial.
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