jueves, 26 de junio de 2014

EL CHULLA ROMERO Y FLORES

El Chulla Romero y Flores (1958) rompe con el típico canon costumbrista de Latinoamérica de medio siglo XX, pues lejos de solo retratar el pasado y devenir de la sociedad de Ecuador, expone el desequilibrio interno de sus personajes, que a su vez son los personajes de la vida misma.
Jorge Icaza, integrante de la sociedad de escritores revolucionarios de Ecuador, permite vislumbrar la esencia de un cuerpo cansado de indígena, vejado, negado y blanqueado, incluso por él mismo. El chulla Romero y Flores causó controversia porque no solo es un retrato del folclore y las costumbres de los pobladores de historias, sino una crítica sociopolítica, socioétnica y psicosocial al sistema por medio de la mirada ausente del indígena.
En esta novela indigenista se hace presente la exposición de  la devaluación que se tiene del indígena y su alienación Europa–América, y se busca colocarlo peldaños más arriba, junto a occidente europeo y no debajo de él, en pro de su liberación.
El chulla Romero y Flores se encuentra solo, siguiendo la adjetivación de chulla que deriva del kichwa y significa: solo, impar, hombre o mujer de clase media que trata de superarse a través de las apariencias.
Así pues, Jorge Icaza coloca a su personaje principal solo, como un mestizo de clase media que no siente pertenecer a la sociedad, pues no es indígena pero tampoco es blanco. Es señalado por su mezcla hiriente. Luis Alfonso Romero y Flores se mueve en la sociedad como un ser que adquiere la posición que sus apellidos de blanco le dan, apellidos que adquirió de su padre, el difunto Miguel Romero y Flores, dueño de la casa en la que trabajaba su madre, una indígena.
Durante toda la novela persisten fielmente las dualidades, empezando por la de hombre blanco y hombre no blanco, a la que Jorge Icaza llamaría “majestad y pobreza”. El chulla Romero y Flores lidia con esta dualidad desde que se erige a la vida; es la sombra que lo acompaña, a pesar de que no se cobija bajo ninguna de sus posibilidades.
Luis Alfonso Romero y Flores se enamora de una indígena, Rosario, quien funge como punto central dentro de la obra. Rosario queda embarazada del chulla, a quien no le queda más remedio que casarse con ella y posteriormente trabajar para darles una vida digna.
El chulla consigue empleo en la Oficina de Investigación Económica y es designado para que realice la fiscalización anual. Al revisar las cuentas de un poderoso político y candidato a la Presidencia de la República de aquella época, cuyo nombre era Ramiro Paredes y Nieto, encuentra muchas irregularidades, por lo que es perseguido e incluso se ve obligado a realizar una estafa.
Además de hacer una crítica del indígena y su autonegación, en esta novela se encuentra una clara crítica al sistema sociopolítico que lo esclaviza. Se deja en claro que alguien de sangre indígena no tiene cabida en ningún espacio de la sociedad ni del sistema. A lo largo de la novela se presentan las deficiencias y malos manejos de un sistema a cargo burgueses que niegan su origen aborigen.
Así pues, finalmente el chulla, después de padecer el destierro de la escena política del estado como trabajador y como fugitivo de la supuesta justicia, tiene que desamparar a su esposa, quien a falta de alicientes y atenciones fallece en medio del parto de su hijo.
Este punto culminante de la novela está magistralmente colocado, pues viene a significar la muerte del indigenismo por medio del personaje de Rosario. Es hasta este suceso que el chulla Romero se acepta como indígena y puede sentir que pertenece a algo, por lo menos a un pasado que aún queda en la memoria de los suyos, pero sobre todo que corre por la sangre de él y de su descendencia.
El Chulla Romero y Flores es una mezcla de crítica satírica y burda de la condición del indígena en Latinoamérica desde su visión: majestad y pobreza.

En el siguiente video se observa la lucha interna que tenía El Chulla Romero y Flores ante su accionar:



2 comentarios:

  1. Jorge Icaza, un gran personaje que nos muestra la realidad que vivían las personas a través de sus obras

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  2. Icaza toma el apellido Flores para referirse a la aristocracia de la sociedad quiteña. Las familias ilustres, aristocráticas y
    pudientes, tenia tales apellidos como un signo de identidad y de diferencia de los grupos sociales menos privilegiados.

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